Al fin me decidí y logré poner en orden las palabras para hablarte.
Pude descifrar lo ineludible de tu muerte.
Encontré el justo equilibrio entre ayer y tristeza. Y entonces entendí
dónde has ido.
Supe que en todos los caminos, en cada grano de arena
tenés un pedazo de mirada.
Supe que sos gigante,
supe que creciste.
(no sé si vos subiste o Dios bajó, pero creciste).
Sé que somos vos, que sos anhelo.
Que cuando el sol se ponga rojo hacia la tarde, tus prodigios,
tan humanos, hablarán de vos bajo los cien paraísos de tu patio.
Que cuando el viento encuentre, por fin, su música
será por que vos lo has ayudado.
Es dificil de entender, pero he sabido
que algún día, al final
las estrellas escribirán tu nombre en un pedazo de cielo.
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