—Algo se trae entre manos— dijo el Director General de la Agencia
—Es un elemento díscolo— sentenció el Jefe Operativo —Lo tengo bien vigilado.
—Deberá usted redoblar los esfuerzos por controlarlo. Quién sabe en qué problemas puede meternos. Ponga a trabajar bajo el mando de él a un agente que nos sea fiel, antes que la situación se nos haga inmanejable.
—Sí señor. Tengo al hombre indicado.
Así se hizo. Días después, Astaroth, el infiltrado, informó a sus superiores cómo el agente fuera de control, sumido en la negrura infinita, había pronunciado Las Palabras:
—¡Hágase la luz!
Siete días después, la Agencia desaparecía. El Nuevo Régimen gobierna desde entonces.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario