Pata de conejo; relicario con una astilla de hueso de la mano izquierda de San Macario mártir; genio en la botella —quizá el mismo que obnubiló a Aladino—; herradura de siete agujeros que perdiera Babieca en una escaramuza durante el largo sitio de Valença; trébol de cuatro hojas encontrado en la base de los Highlands escoceses, en la primavera de mil novecientos noventa y tres; canto rodado con la runa Eoh grabada en él, hallada en las orillas del Liger, cerca de donde éste se vierte en el Atlántico; un viejo talit, descolorido, que según la tradición perteneciera al mismísimo Rabbí Moshe ben Maimón; escapulario de la Inmaculada, de un azul desvaído; ta’weez que usó el muftí Ahmad ibn Adam cierta vez que se quebró tibia y peroné; grigrís que preparara un Babalorixá de Pernambuco; eguzki-lore robada de un caserío de Barakaldo, los ocho ashta mangala del budismo vajrayāna.
No hubo caso. Fueron al alargue y después perdieron por penales.
¡Bravo Daniel Frini!
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