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jueves, 5 de abril de 2012

La pequeña muerte

Soñó con una mujer hermosísima. Tan hermosa que hacía doler los ojos. Soñó con una ternura infinita y con el amor más suave. Sonó que se quemaba al entrar en ella y que la mujer lo abrazaba con sus piernas doradas. La lengua roja dibujaba los oídos del hombre y las lágrimas de ella lo mojaban entero. Soñó con música de campanas. ―Levantate, infeliz —dijo la esposa ―¿No escuchás el despertador, tarado? ¿O me va a decir el señor que anoche quedó extenuado? A ver si la próxima le ponés más ganas, inútil. Otra vez tuve que levantarme al baño cuando te dormiste, y terminar el trabajo yo sola.

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