—¡Para nosotros también es Navidad! ¡Mi esposa es otra que está a punto de dar a luz! ¿Por qué tenemos que dejarle el lugar a ella, eh? —decía el burro, mientras el granjero los sacaba, a él y a su esposa, a empujones del pesebre para dejarles el lugar que había alquilado —a precio de usura— a la Sagrada Familia.
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