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domingo, 20 de diciembre de 2009

Teoría conspirativa de los osos

Papá Oso gritó muy fuerte: -¡Alguien ha probado mi leche!
Mamá Osa gruñó un poco menos fuerte: -¡Alguien ha tocado mi silla!
El Osito pequeño dijo llorando: -¡Alguien está durmiendo en mi cama!
Cuando Ricitos de Oro despertó, los tres osos todavía estaban allí. No sobrevivió al ataque. Un mechón de sus cabellos rubios, manchado de sangre, decora el centro de mesa en el acogedor comedor de la hermosa casita de los Oso.

Cuentos Misóginos con Moraleja. Hoy: Rumpelstikin

Había una vez un pobre molinero que tenía una hija muy bella. Bueno, ya sabemos. Padre al que le gustaba darse importancia sin medir consecuencias, rey codicioso, hilá toda esta paja y convertila en oro o te mato, aparición de enano malformado que se ofreció para hacer el trabajo, qué me darás a cambio, no tengo nada, me darás tu primer hijo cuando seas reina…
- ¡Ma qué hijo ni tres carajos! - dijo la muy turrra – si podés convertir pasto seco en oro, soy tuya, papito. Me voy con vos. Por mi, el rey se puede ir a traficar con churros al casino de Mónaco.
El enano contrahecho Rumpelstikin todavía hoy, casi trescientos años después, está arrepentido. Ya no baila.
Moraleja: cuidado, muchachitos, con lo que ofrecen a las niñas; y qué les piden a cambio. Son muy peligrosas

domingo, 13 de diciembre de 2009

Carpintero

Debía hacer sillas de madera de árbol genealógico. Taló todo el bósque. ¿Ahora qué hacemos?¿No vió usted a mis tatarabuelos, a mi madre, a mis nietos? Tome, éste debe ser su primo segundo el mayor.

En mi sueño, con olor a mandarinas

Me soñé en mi cama, y acostada a mi lado, una mujer hermosa, etérea. Desnuda. En sus pechos, dos gotas de sudor perladas por la tenue luz de la luna que se duplicaba en los espejos de la habitación. En sus ojos, gitanos, un atisbo de placer anticipado. Su respiración, suave y jadeante, entrecortada. Su boca, apenas abierta, desafiante. Su silueta, hermosa, dorada en la oscuridad. Su pubis, palpitante, oculto en la hora borrosa de la noche.
La mujer estiró su mano hacia mi y comenzó a acariciar mi pecho con sus dedos suaves. Sus uñas trazaron breves caminos, que adiviné rojizos, en mis brazos, mi espalda, mis muslos. Sin pensarlo, me moví hacia ella. Llevé mis manos a sus pechos y los acaricié despacio. Se estremeció. Me estremecí. Busqué sus labios y la besé, quedamente al principio; frenéticamente después. Me inundó un suave gusto a mandarinas, que prendió luces en mi mente. Nuestras lenguas buscaron más sabores. Encontré uvas, frutillas, y cerezas.
La mujer gimió y me abrazó con sus piernas. Giramos en la cama, hacia un lado primero, hacia el otro después, sin separar nuestras bocas y con nuestras manos acariciando, tocando, buscando.
Finalmente, ella quedó sobre mi. Su cuerpo grácil moviéndose con suavidad, sus cabellos largos, flotando en la bruma de la habitación oscura.
En el instante sublime, desperté.
Te encontré acostada a mi lado. Hermosa, etérea. Desnuda. En tus pechos, dos gotas de sudor perladas por la tenue luz de la luna que se duplicaba en los espejos de la habitación. Tu respiración, suave y jadeante, entrecortada. Tu silueta, hermosa, dorada en la oscuridad. Tu pubis, palpitante, oculto en la hora oscura de la noche. Tenías un hermoso olorcito a mandarinas.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Profesional

—Oh yes oh god oh god yes yes — decía, con la misma pasión que pudiera demostrar un cenicero; mientras buscaba formas en las manchas de humedad del techo. Mantuvo la misma expresión mientras la ahorcaba.

Las Profecías en el Espejo

Entre Maitines y Laudes del dos de julio del Año del Señor de mil quinientos cuarenta y uno, Mosén Miquel bajó a las cavas de la Abadía de Nôtre-Dame d’Orval, cerca de la muy Cristiana Villa de Florenville, entre los bosques de Watinsart y Houdrée, en busca de una botella del licor fabricado por los monjes cistercienses, para llevárselo al Abad, a la Sala Capitular.
El hermano Miquel llevaba sólo una semana en el Monasterio, por lo que los pasadizos subterráneos le eran desconocidos; y a pesar de las indicaciones recibidas, la luz escasa de las candelas hizo que desviase su rumbo y llegase, sin querer, a las mazmorras, las mismas donde, casi cinco siglos antes, Pedro el Ermitaño incitara a Godofredo de Bouillon para marchar a Jerusalén, a la Primera Cruzada y donde, se dice, estuvo guardado el Grial.
Tratando de encontrar el camino, Miquel abrió una vieja puerta de goznes herrumbrosos y entró a una pequeña habitación de no más de dos varas de alto.
Allí encontró el espejo.
Estaba en el centro de la estancia, tapado con una tela de hilo, muy vieja, que se deshizo al tocarla. Era extraño, más ancho que alto, muy opaco y apenas reflejaba las velas.
Mosén Miquel pasó su mano por el marco, y en cierto instante el espejo cobró vida. Asustado, el monje cayó hacia atrás, sentado contra la pared cercana a la puerta. Allí quedó petrificado, mientras el espejo le mostró cosas increíbles.
Entre vaos de vapor, vio altísimos castillos de vidrio nunca imaginados, carrozas que se movían sin caballos, sendas oscuras y enormes por las que caminaban multitudes con curiosos vestidos; máquinas gigantes que remontaban vuelo como los pájaros; en los mares vio naves sin velas y que no eran de madera. Vio armas que no existían y explosiones gigantes y guerras que desafiaban la imaginación. Vio luces brillantísimas y de colores extraños. Y el espejo le habló en idiomas desconocidos y le hizo escuchar músicas nuevas; le mostró pestes mucho peores que la Peste Negra y enfermedades sin nombre y muertes atroces. Miquel vio barcos flotando fuera de la Tierra, y a la Tierra desde la Luna; y vio que la tierra era redonda. Y conoció el hielo que flota en el mar y animales rarísimos…
La sucesión de cosas extraordinarias continuó durante horas. Finalmente Miquel, con una enorme aflicción en el pecho, ya incapaz de soportar lo que veía, tomó una piedra desprendida de la pared de la celda, y la arrojó a las imágenes.
El espejo estalló en un fogonazo apagado. Y quedó en el suelo. Mudo. Destruido.
Hasta dentro de unos cuatrocientos cincuenta años en el futuro nadie volvería a ver un televisor de pantalla de cristal líquido de cuarenta pulgadas.
Mosén Miquel, Miquel de Nôtre-Dame, Nostradamus salió al sol del dos de julio del Año del Señor de mil quinientos cuarenta y uno, en Orval. Su vida había cambiado para siempre. Era ya la hora Tercia.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Premio La Oveja Negra de microrrelatos 2009

Estoy chocho.
Transcribo del blog de "La Oveja Negra"
miércoles 2 de diciembre de 2009

El Jurado Final decidió por unanimidad otorgar el Premio La Oveja Negra de microrrelatos 2009 al Sr. Daniel Frini por su obra "Siseneg", desde ya nuestras felicitaciones y a todos los finalistas por la calidad de sus obras, entre unas tres mil doscientas que desfilaron a lo largo de nueve meses de selección, provenientes de más de treinta países.

Destaca el Jurado a Gabriel Bevilacqua que llegara a la instancia final con dos obras y a Fernando O. Vecchiarelli que fuera Finalista y destacado por el jurado mensual.

Todas las obras finalistas se encuentran incluidas en el número impreso que aparecerá en los próximos días, en bares, centros culturales, librerías y kioskos de Buenos Aires.

Daniel Frini suma este premio a su reciente primer premio de cuento breve Cosme S. Reniero, en la provincia de Santa Fé, Argentina, por su obra “El aprendiz”; y a su primer premio de monólogo teatral hiperbreve para niños, obtenido en CIINOE, Madrid, España, por su obra “Ludmila y el ratón Pérez”.

DANIEL FRINI
(San Martín- Bs. As. -Argentina)
PREMIO LA OVEJA NEGRA 2009
Siseneg

Seis días antes, murieron los animales. Cinco días antes, la lluvia mató toda vegetación. Cuatro días antes, la niebla borró cielo y firmamento. Tres días antes, el caos mezcló las aguas y la tierra. Dos días antes desapareció el hombre. En el último día, dije "apáguese la luz". Después, descansé.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Blancanieves y los tres Reyes Nabos

Érase una vez, en un claro de un bosque muy oscuro y a eso de las seis de la mañana. Blancanieves estaba barriendo la entrada a la casita de los enanos que hacía más de una hora habían salido para trabajar en la mina; cuando, de pronto, se movieron las ramas más bajas de los árboles cercanos. Como fantasmas, aparecieron tres personajes ataviados con ropajes reales y montados en camellos. Blanca se llevó su mano a la boca, intentando reprimir un grito de terror.
—No temas, niña— dijo uno de ellos —Sólo buscamos ayuda.
—Los señores … son…?— interrogó ella
—Mi nombre es Melpar— dijo uno de ellos, de larguísima barba blanca —A mi derecha está mi colega Galchor; y el de mi izquierda es Basaltar…
—¡¡Y se cayó!!— dijo el mencionado Galchor.
Él y Melpar comenzaron a reírse de manera estruendosa.
—Siempre la misma joda pelotuda— dijo Basaltar, de tez azabache y ojos saltones.
—¿Y porqué montados en camellos?— preguntó Blancanieves.
—Porque venimos de Oriente, siguiendo aquella estrella…— dijo Melpar
—¿Cuál, aquella que se mueve allá?— dijo la joven, señalando el cielo, hacia el norte donde se veía una luz moviéndose velozmente, en la claridad creciente del amanecer.
—Si— contestaron los tres reyes al unísono.
—Ese es el vuelo de Air France que va de Tel-Aviv a Frankfurt, y pasa todos los días más o menos a esta hora.
—¡¡Te dije!!— gritó Galchor
—Pero, hay que ser pazguato…— acotó Basaltar
— Bueeeno… — se disculpó, empequeñecido, Melpar —debo haber confundido las luces cuando se cruzaron en el cielo del Líbano…
—¡Me parecía que se movía muy rápido!— volvió a la carga Galchor —¡Casi se nos mueren los camellos!¡Mirá, la lengua afuera tienen!
—Ya decía yo que el paisaje no era muy desértico…— pareció descubrir Basaltar
—¿Y ahora?— preguntó Galchor
—Se los ve cansados, y a los camellos también— dijo Blancanieves —Déjenlos que abreven a la orilla del arroyo; y pasen a la casa que les serviré algo para reponer fuerzas. La casa no es mía. Yo también soy invitada aquí, pero mis amigos no harán problemas.
Cinco horas después, se abrió la puerta de la casa. El primero en salir fue Melpar, con los ojos abiertos de asombro y un gesto de incredulidad en la cara. Estaba vestido sólo con un calzoncillo tipo boxer, rojo con dibujos de ositos Winnie Pooh. Calzaba sus botas de cuero de antílope con los cordones desabrochados, y llevaba puesta una sola media de color verde. Arrastraba displicentemente su capa carmesí con bordes de armiño; tenía su estola atada a modo de vincha y su corona de oro colgaba en un brazo, como si fuese un casco de moto. Unos segundos después apareció Galchor, apenas cubierto con su capa de color azul marino, abierta, descalzo y restregándose las asentaderas, con una mueca de dolor en su rostro. De los tres, el más compuesto al salir fue el negro Basaltar que, al menos, tenía puestos sus pantalones y su camisa; aunque ambos desabrochados. Bajo el brazo llevaba, en un bulto incierto, el resto de las ropas de los tres.
Ni siquiera miraron atrás.
Bajo el pequeño alero de la casita, quedó Blancanieves, en baby-doll agitando desganadamente su mano, mientras saboreaba su último Virginia Slim.
—¿Qué hacemos ahora?— dijo Melpar, cuando ya estaban en camino, montados en los camellos.
—Esperá. Acá tengo anotado que a un día de camino está la bruja esa, que vive en la casita de chocolate— dijo Galchor.
—No, esa dejémosla para el último— propuso Basaltar
—Bueno, tenemos a la que trabaja de sirvienta para su madrastra…— siguió Galchor.
—¡Ahí!¡Vamos ahí!— dijo Melpar —De todas maneras, la que más me gustó fue esa hermosa joven que estaba en la cajita de cristal
—Si, pero sos un animal. Ni siquiera la despertaste— amonestó Basaltar
—¿Y qué? Si hace como ochenta años que está así— se defendió Melpar. Y cambiando de tono, agregó
—Hay que felicitarte de verdad, Negro. Tuviste una excelente idea
—¿Cuando hay que devolver los camellos?— preguntó Basaltar
—¿Y los disfraces?— preguntó Melpar.
—La próxima vez, yo voy arriba— dijo Galchor mientras buscaba la mejor posición en la montura, para aminorar el dolor.
Cuando se perdieron de vista, Blancanieves pareció despertar de un ensueño; y pensando en voz alta dijo:
—¡Menos mal que la Bella Durmiente me avisó que venían! Ahora, le mando mi paloma mensajera a Cenicienta, para que los reciba— y agregó, mientras soltaba al ave —¡Vuela, palomita, vuela!¡Avísale a mi amiga que hacia ella va la diversión!
De improvisto, sonó un fortísimo ¡PUM! Y la paloma se desvaneció en el aire, en una explosión de bermellón y plumas.
—¡Ufa!— dijo Blancanieves —¡Otra vez el cazador se peleó con Caperucita! Bueno. Mejor le mando un mail a Cenicienta…

En algún lugar de La Mancha

—Dilecta mía, refulgencia de mis retinas, discernimiento que esclarece mi existencia— dijo Alonso Quijano —Febo arrulla el elixir de tu prosapia ….
—¿Quéloque?— contestó Aldonza Lorenzo, mientras se rascaba una teta

sábado, 28 de noviembre de 2009

A orillas del río Aqueronte

Para pasar al Hades busqué al anciano Caronte. Un cartelito decía “Salí a comer”. Llevo esperando ochocientos años, quincuagésimo en la fila. Las tres cabezas del Cancerberos nos gruñen sin dejarnos mover.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Un atropello a los derechos anátidas

Bastante hijo de puta el Caballero Cisne de Lohengrin. Ordenó la represión de una manifestación pacífica de los patos y la detención de sus cabecillas Donald y Lucas; en represalia por las burlas sufridas en su infancia, cuando era considerado un patito feo, feo.

Digo yo ...

...en una hipotética escala de promiscuidad: ¿Quién tendría un puntaje más alto?¿Blancanieves y su historia con los siete enanos o Alí Babá y la suya con los cuarenta ladrones?

Pronóstico

Temperatura actual, 25 grados.
Humedad relativa: cincuenta y tres por ciento.
Viento: del norte rotando al noreste.
Soledad ambiente: inmensa.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Entrevista en BEM on line

Sergio Gaut vel Hartman me realizó una entrevista para el sitio de Ciencia Ficción español BEM on line (que recientemente ganó el premio "Ignotus" al mejor sitio de cf en castellano).

Los invito a leer la entrevista acá

También publicaron mi cuento "Agujeros de gusano". Pueden leerlo acá

domingo, 8 de noviembre de 2009

La mamá de Drácula...

…cansada de que Vladito le clavara los colmillos en las tetas cada vez que lo amamantaba, lo llevó al dentista que, años después, sería el primer odontólogo empalado. Los colmillos son postizos

sábado, 7 de noviembre de 2009

Symborg

Hoy terminaron, por fin, de escanear mi matriz sináptica.
Los técnicos del Laboratorio de Neurología finalizaron el proceso de mind-uploading, levantaron toda la información contenida en mi cerebro, y dicen que estoy definitivamente virtualizado. Completé la emigración desde mi cuerpo biológico hasta este soporte digital. He sido, además, copiado y guardado como respaldo.
Me he liberado de la cáscara de carne enferma, desgastada por el cáncer, que fue mi prisión y en la que transcurrió mi vida desde que fui engendrado por mis padres.
Soy un programa viviente, puedo moverme por la red, reflexionar, rediseñarme, mejorarme, sumar todas las experiencias e interactuar digitalmente con otros organismos, antes biológicos, y que también han sido escaneados.
Soy conciencia, razón, tigre, lobo, hormiga, lógica, roble, girasol, águila, tiburón, matemáticas, rosal, ética y bacteria.
Puedo moverme en el mundo físico como un patrón de ondas, que gobierna máquinas con las que puedo manejar la materia.
Soy, además, inmortal
Ahora, soy la humanidad y la naturaleza y la vida. Los que quedan atrás sólo son mis antepasados. Cien mil años transcurrieron desde el primer pensamiento conciente.
La evolución no termina en mí. Soy el comienzo
Yo soy.

miércoles, 21 de octubre de 2009

¡Gané otro premio!

Premio Internacional de Monólogo Teatral Hiperbreve para Niñas y Niños “Garzón Céspedes” 2009 (Madrid / México D. F., Octubre de 2009. Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE)y Comunicación, Oralidad y Artes (COMOARTES, S. L) para Daniel Frini (Argentina) por su obra "Ludmila y el Ratón Pérez"

Ludmila y el Ratón Pérez

Ludmila, una niña de unos ocho años, está subida a la mesa del comedor de su casa. Las sillas están en completo desorden y una de ellas está caída en el piso. También están en el piso un mantel y los restos de los utensilios del desayuno. Sobre la mesa, y al lado de Ludmila está caído un florero, con cuatro flores. La luz blanca cenital alumbra la mesa y deja el resto del escenario en sombras.
Ludmila está vestida con pijamas, y sostiene con su brazo izquierdo, apretado contra su cuerpo, un muñeco de peluche.

Ludmila: ¡Por allá! ¡se fue por allá, mamá! (con su brazo derecho señala un lugar indefinido entre el público) ¿Lo viste?Era así de grande (estira su brazo hacia arriba, sobre su cabeza, como señalando una estatura) ¡No! ¡Así! (se pone en puntas de pié, manteniendo su brazo levantado) ¡Parecía un oso!¡de verdad! ¿no lo viste?, pero, si pasó al lado mío cuando estaba tomando la leche ¿no sentiste mi grito? ¡Vos sabés que me asustan los ratones!
Llevaba una bolsa grandota en el hombro, ¡uy, qué miedo!, como el hombre de la bolsa que me contó el tío Claudio. Pero allí lleva los dientes ¿no mamá?. Claro, debe ser así. Porque está recolectando los dientes que los chicos dejaron anoche bajo sus almohadas. Pero, qué raro, porque yo me fijé esta mañana, y no me había dejado ni una moneda. ¡Ah, sí! Claro, mamá. A mi no se me cayó ningún diente. Entonces ¿qué haría por acá? Debe tener su casita cerca. Bueno, más que casita debe ser un castillo como el del cuento que me leíste anoche; porque tiene que ser gigante para que entre semejante ratón. ¡En serio, mamá, no te miento! ¡era súper grande!
Sí mamá, tenía una barba larga y muy blanca.
Si, mamá, estaba vestido con un traje rojo y un cinturón negro muy grueso.
Si mamá, también tenía botas. Si, mamá, negras ¿cómo sabías?
¿Papá Noel?¿Estás segura, mamá, que era Papá Noel?. Ah, bueno. Sí, mamita, ya me bajo…(despacio, pone un pié sobre una silla, para bajarse de la mesa, mientras dice lo siguiente) Hubiera jurado que era un ratón…

sábado, 10 de octubre de 2009

Cuentos misóginos con moraleja. Hoy: Cenicienta

Había una vez una niña muy hermosa, huérfana de madre y cuyo padre casó en segundas nupcias con una malvada, que hizo de la pequeña una sirvienta. Todos conocemos el cuento ¿verdad? Lo cierto es que la versión más difundida contiene algunos errores. En primer lugar, no hubo zapatito de cristal; sino unas sandalias skippy de plástico transparente que, tal como descubrió el príncipe cuando casó con la doncella, una vez superado el affaire del baile en el palacio, despedían un atroz olor a patas. Por otra parte, la niña, si bien no era fea, tampoco era una belleza digna de Play Boy. Cinco años y cuatro hijos después, fue ella la que se transformó en una calabaza de unos 150 kilos.
Moraleja: cuidado niños, sigan solteros hasta los cuarenta, Huyan de las hermosas. Además, siempre están mejor sus hermanas.

Microcuentos de seis palabras

Dios responde a mi pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? I
No tengo la más puta idea

¿Dónde dejé las llaves?
¡Cabeza de chorlito! Las dejaste en

Telegrama I
Explotó bomba. Mil kilotones. Estamos muertos.

Telegrama II
Cayó meteorito. Invierno global. Nos extinguimos.

La verdadera historia de la resurrección de Lázaro
¡Lázaro levántate!¿Dónde pusiste el dinero?

Mensaje de texto para poner los pelos de punta
No me llames. He muerto ayer

Porqué no fui a trabajar

Está lloviendo. Tengo frío. Tengo sueño


Acerca de los placeres de la vida

¡Oh, mi Dios!¡oh!¡sí!¡sí!


Mi finada abuela me decía

Hijo, sáqueme los gusanos del ojo


Ultimo viaje

Mamita, vienen a llevarte al cementerio


Dios responde a mi pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? II

¿Yo qué sé? Buscá en Google


Lo que le dijo el monstruo al Dr, Frankenstein

Papá, mirá, tengo dos manos izquierdas


¿Quién apretó el botón rojo?

No me miren. Yo no fui.


La pata del mono

Quiero que desaparezcan las malas perso


Qué opina Dios de la humanidad

Me tienen los huevos al plato


La queja del diablo

¡Uf! ¡qué manera de tener trabajo!


Porqué está triste la princesa

Soltera. Embarazada. El rey no sabe.


Dios responde a mi pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? III
¿Porqué los humanos preguntan tantas pelotudeces?


Dios responde a mi pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? IV
Estoy ocupado. Por favor intente despuès

Dios responde a mi pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? V
tuu tuu tuu tuu tuu tuu ...

Dios responde a mi pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? VI
Lucifer, atendé vos a este pelotudo

La tortura del masoquista
Para que hablara, le hacían caricias

Qué dijo Dios cuando realizó el reparto de inteligencia entre las especies y de cómo el hombre resultó el más beneficiado
de tin marin de do pingüé

viernes, 2 de octubre de 2009

Un cuento de Esteban Dublín

Esteban Dublín tuvo la amabilidad de homenajearme con un cuento:

Mensaje divino
—¿Alguien me ha llamado, Alan? —pregunta Daniel Frini a su hijo luego de saludarlo.
—¡Sí, papá! —se apresura el muchacho—. Un señor Dios como siete veces. Que hagas el favor de dejar de cambiarle las historias.

¡Gracias, Esteban!

domingo, 6 de septiembre de 2009

¡Un cuento mio en "Visiones 2009"!


¡Más contento que perro con dos colas!
Acabo de recibir un mail donde me avisan que mi cuento "Éramos un millón de animalitos ciegos" fue seleccionado por la AEFCFT (Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror) para integrar la antología "Visiones 2009".

La lista es la siguiente:

"El monstruo en el armario" de José Javier Bataller Gómez
"Éramos un millón de animalitos ciegos" de Daniel Frini
"Ori Kami" de Héctor Gómez Herrero
"En cabinas individuales" de Alejandro González Gómez
"Una simple cuestión de supervivencia" de María del Pilar Jorge
"Crónica de la muerte cromática" de Miguel Ángel López Muñoz
"Alimañas" de Sergio Macías García
"La ciudad bajo las aguas" de Ricardo Montesinos Valentín
"Centinelas del otro lado" de Julián Muñoz Carrasco
"Indigestión" de Manuel Jesús Osuna Blanco
"La búsqueda" de Salvador Patricio Gómez
"En la oscuridad" de Virginia Pérez Puente
"El incidente Timmy O'toole" de Francisco Javier Sánchez Donate
"La máscara de Isis" de Rubén Serrano Calvo

domingo, 30 de agosto de 2009

Familia religiosa

En el pueblo somos ocho primos. Nuestras madres son todas hermanas. De la Caridad. Somos hijos del mismo padre, al que le decimos tío. El cura Braulio.

Bisnes ar bisnes

Estoy felizmente casado con Analía; tenemos dos hijas: Luciana, de diez y Marisa que el fin de semana pasado cumplió quince años. Analía es abogada, muy buena ¿eh? Trabaja en el centro, en un estudio del cual es socia; especializado en casos de derechos humanos.
Es una época, qué se yo, interesante. Tiene mucho trabajo, no nos podemos quejar y ella se hizo bastante conocida. Apareció en la tele con Chiche, con el otro ese que sabe armar quilombos al aire… Antes era más difícil, pero ahora hasta el gobierno los apoya. Y es brava, ¿sabe? No la van a pasar por arriba así nomás. ¿Se acuerda cuando el despelote con el fiscal Lopéz? Bueno, fue ella la que sacó las papas del fuego cuando encontró los folios perdidos. Se metió de prepo en el despacho del doctor Saravia, y los sacó de su escritorio. Saravia no dijo nada porque no podía explicar porqué los tenía él…
¿Qué hago yo? Yo…, en fin, tengo una concesionaria de autos importados sobre Libetador, en Olivos, pero en realidad mi verdadero trabajo es, bueno, matar. Si, matar gente, personas. Y es un trabajo muy bien pagado. Y hay mucho, no crea…
Con la concesionaria tapamos las apariencias, pero los capos saben cómo es la cosa. Soy casi, casi oficial.
¡Uh! Hace rato que trabajo de esto. Desde los diecisiete. Claro que empecé por casualidad; y con un poco de suerte nunca caí, y fui aprendiendo el oficio. No sé, ya perdí la cuenta, pero deben ir como doscientos. ¿Se acuerda del caso Barrentes? Bueno, ahí estuve yo. También con el caso de los hermanos Zalazar, el del joyero del Once, el de Ventimiglia; sólo por nombrarle los últimos más conocidos … Y, hay que tener poca sangre, porque si uno piensa qué son … Yo me los imagino como muñecos, y listo.
Hace unos días recibí un encargo curioso. Debí hacer un trabajito para amedrentar a mi propia esposa. Parece que con un caso que están llevando en el estudio asustaron a un pajarito de la vieja guardia que no debe caer porque sabe mucho de cómo estaba organizada la cosa.
Dijeron que se había contemplado la posibilidad de anular a Analía, pero desistieron porque sería muy evidente y levantaría mucha polvareda. Entonces, se acordaron de mí, y me dieron el contrato. Me pagaron bien.
Lo ejecuté el sábado, en el cumpleaños de la nena. Desde un teléfono robado de esos que venden en la estación, le dejé un mensaje en el celular a mi mujer, que decía “cuidate vos a partir de ahora”.
Después, antes del brindis puse dietilglicol en la copa de la cumpleañera. Mi hija murió dos horas después en los brazos de su madre.
En este trabajo no se puede decir que no.
Bisnes ar bisnes, como dice mi amigo yanqui.
Lástima que las tres cuartas partes de lo que gané se me fueron en pagar la fiesta y en el tratamiento de Analía.

domingo, 23 de agosto de 2009

Apollo XIII

-Houston, tenemos un problema- dijo el astronauta John Swigert
-Houston ¿me copia?
Desde hacía once minutos trece segundos, cuando estalló el complejo Phoenix, no quedaba nadie en la Tierra que pudiera ayudar a la nave

Machismo Bíblico II

Herbert von Saks menciona, en su “Excursiônis Tellus Ioudeorum”, a los agridagi, una tribu de las planicies de Anatolia, y que serían los mismos khjuinihi del targúm de Onquelos y de la versión siríaca de la Biblia; que tomaron contacto con occidente bien entrado el siglo XIX; quienes guardaban un escrito muy antiguo, hoy desaparecido, con una versión diferente del Pentateuco. Allí, el pecado original no sería el egoísmo, ni la vanidad de querer saber tanto como Dios. Para los agridagi el pecado original es una mezcla de curiosidad de Adán -que consideran buena- y desatino de Eva: ella lo invitó a ver qué había fuera del Edén. Estando desnudos, Adán salió primero y Eva detrás. Una ráfaga cerró la puerta, que no tenía picaporte por fuera. Eva había dejado las llaves adentro. Dicen que el escrito detallaba, claritos, los exabruptos proferidos por Adan

domingo, 16 de agosto de 2009

El tonto del pueblo

Cada 28 de diciembre lo mismo. Bromas, bromas, bromas. El que ríe último, ríe mejor. La fiebre de Marburg, mortal y sin cura, es fácil de disimular en el tanque de agua comunitario.

Cómo pasar camellos por ojos de agujas

No es fácil y tiene sus trampas. Y lleva tiempo. Pero se puede hacer. En primer lugar, consígase una aguja de aquellas que usaban nuestras abuelas para coser colchones, de ojo grande, para no renegar tanto. Tome un camello, de tamaño mediano a chico; mátelo y proceda a trozarlo, prolijamente, en lonjas de un ancho no superior al alto del ojo de la aguja y en un espesor no mayor que el ancho de dicho ojo. Cuando mayor longitud tengan las lonjas obtenidas, mejor. A continuación deberá dejar de lado su asco, en el caso de no atraerle la carne cruda o la sangre de camello, pues deberá tomar, una a una, las lonjas obtenidas, sostenerla por un extremo entre sus dedos pulgar e índice, mojarla levemente entre sus labios; con los mismos dedos, pero de la otra mano, deberá hacer un movimiento entre circular y cónico para aguzar el extremo del trozo de carne, luego enhebrarlo en el ojo de la aguja en cuestión y pasarlo por él, con mucho cuidado. Repetirá esta operación con cada una de las partes en que haya dividido al camello. Con algunas, como los pelos, le será más fácil. Con otras, los huesos son un ejemplo, tendrá mayores inconvenientes. Por supuesto, puede ayudarse de anteojos o una lupa. No se desanime. Trate, sí, de apurarse porque esta operación le tomará varios días y quizá hasta años y el animal se irá pudriendo; haciendo, quizá, más repugnante la operación de mojar el extremo de cada parte entre sus labios.
Existe un truco para la sangre y fluidos derramados, consistente en construir un pequeño embudo que insertará en el ojo de la aguja. Con una esponja absorberá estos fluidos del piso o la mesa de trabajo; y la escurrirá en el embudo mencionado.
De esta manera, con paciencia, usted alcanzará el Reino de los Cielos.
El verdadero milagro no es este, si no armar el camello de nuevo, una vez que pasó por el ojo de la aguja. Y no me venga con ADN y clonación. Después le cuento cómo se hace. Esa es otra historia.

domingo, 9 de agosto de 2009

Placero

Qué porquería. Estoy podrido de limpiar de sangre las veredas de la plaza, porque a este pueblo de mierda se le ocurre festejar el día de los inocentes matando a todos sus chicos. Mirá: más tripas.

Ap. 6:1

Entonces, el Cordero abrió el primero de los sellos del Libro y vi al primer jinete. Llevaba un arco y una corona, y le fue dado el poder de vencer a sus enemigos. Su nombre era Victoria.
El Cordero abrió el segundo de los sellos del Libro; y vi al segundo jinete. Llevaba una espada muy grande y le fue dado el poder para quitar la paz de la tierra y hacer que los hombres se maten unos a otros. Su nombre era Guerra.
El Cordero abrió el tercero de los sellos del Libro; y vi al tercer jinete. Llevaba una balanza en su mano. Su nombre era Hambre.
El Cordero abrió el cuarto de los sellos del Libro; y vi al cuarto jinete. Lo seguía todo el infierno y le fue dado el poder sobre la tierra, para matar con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras. Su nombre era Muerte.
Vi, también, que Victoria iba montado en un burro petizón, de pelaje tordillo blanco, de cabeza grande y orejas caídas. Con el trote lento, la corona de Victoria estaba ladeada, y el arco a su espalda subía y bajaba, como un elástico, al ritmo de la marcha.
Y vi que Guerra jineteaba un caballito de madera, de color rojo, con rueditas, como aquel que me regalaron mis padres para navidad, cuando yo tenía seis años. Guerra se impulsaba, trabajosamente, con sus pies; renegando en el terreno pedregoso. Arrastraba su espada, que dejaba un surco enorme en la tierra.
Y vi que Hambre montaba un matungo negro; viejo, muy viejo, afiebrado, con cicatrices de heridas antiguas y costras sanguinolentas de heridas nuevas en el lomo, las patas y la cabeza. Hambre llevaba la balanza colgada a un costado de la montura, llena de polvo y con vestigios de telarañas.
Y vi que Muerte cabalgaba un viejo caballo de calesita —reliquia arrancada de alguna plaza— de fibra de vidrio, pintado con laca amarilla descascarada. Los de la primera fila de la legión del infierno que lo seguía, se sonreían. Los últimos lloraban en franca carcajada.
Y oí que Victoria decía “Ya nadie nos respeta…”
Y oí que Guerra decía “Nadie cree en nosotros…”
Y oí que Hambre decía “Estamos muy viejos para estos trotes…”
Y oí que Muerte decía “Estos de atrás, la verdá que me rompen soberanamente las pelotas…”

domingo, 2 de agosto de 2009

Cuidado

Mientras leés esto; alguien, detrás tuyo, apresta una daga para degollarte.

Teoría de la extinción de las especies

Era la hora en que el sol está en lo más alto de su camino, cuando Jafet entró a la tienda.
— Padre.
— ¿Si, Jafet?
— Tenemos un problema.
— ¿Cual, mi primogénito?
— Resulta que …
— ¡Viejo!— Interrumpió Cam, que había entrado cinco pasos después que su hermano.
— ¿Qué querés, Cam?¿No vés que estoy hablando con Jafet?
— ¿Quién carajo hizo estos planos?
— ¡Más respeto, que me fueron entregados por Yahveh Elohim!
— Entonces, el boludo sos vos, viejo…
— ¡Blasfemo!— El padre se abalanzó, chancleta en mano, para surtir a su hijo. Entonces, interrumpió Jafet:
— Espera, padre. Aunque intempestuoso, Cam tiene razón. Creo que hay un problema.
— ¿Cual?
— ¿Qué te dijo, precisamente, Yahveh Elohim, respecto a las medidas?
— “Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura”
— ¿Y los codos tomados en qué sistema?¿babilonio o asirio?
— ¡Codos son codos acá y en Egipto!
Cam terció diciendo
— Y me querés decir, viejo pavo, ¿cómo metemos a todos los bichos ahí dentro?
— Pero…
— Así es, padre. No entran todos— acotó Jafet
— No puede ser …
— Si, padre, ya lo comprobamos
— Pero… ¿Y qué hacemos?
— Preguntale a Yahveh Elohim
— ¡No me contesta!¡Me dijo que no lo llamara más y que me arregle como pueda!
— Y… vos lo molestaste bastante…
En ese momento, entró Naama a la tienda:
— ¿Qué pasa acá?
— Madre…— comenzó a decir Jafet, pero Cam lo interrumpió
— Vieja, están mal las medidas.
— ¿Cómo? ¿Seguro?
— Sí, madre— insistió Jafet —Justamente, estábamos diciéndole a nuestro padre…
Pero entonces, Naama estalló:
— ¿Ves que sos un tarado? Te dije, te dije “¿estás seguro?” “Sí” me contestaste. ¿Ves que no se te puede confiar nada?. Le pido una onza de pan, y el señor va y me trae dos mignones. Le digo que me compre una pieza de tela de lino, y el quetejedi me trae algodón, que se le van los colores a la segunda lavada ¿Qué vas a hacer, ahora?
— Y no sé. Yo …
— No te preocupes, padre…— ensayó Jafet, intentando poner optimismo, pero Naama estaba fuera de si:
— ¡Y quiere construir tamaño artefacto, cuando lo más cerca que estuvo del agua fué la vez que se bañó!
Cam insistió:
— No, si es lo que yo digo. A nado los vamos a tener que llevar a todos…
— ¿De qué están hablando? — dijo Sem, el menor de los hermanos mientras entraba a la tienda.
Naama continuó, furiosa:
— ¡Tu padre!¡el elegido!¡el justo!¡Dos años poniendo todos nuestros ahorros en este cascajo de madera! Ni salidas a visitar parientes, y mucho menos vacaciones en las montañas Urartu ¿Y para qué? ¡Para que el buen hombre le erre en las medidas!¡Y le hecha la culpa a Yahveh Elohim!
— ¡Yo no le hecho la culpa…!— se defendió el padre. Pero Naama siguió:
— ¿No pensaste en los vecinos? Cansada estoy de oirlos: “Ahí va el loco del barquito” “¿Así que va a llover mucho, don?” “¿Y porqué, mejor, no se inventa el paraguas?”. Y vos vas, y le dás de comer a esa manga de chismosos que se nos ríen en la cara. Ya los escucho: “¿No le queda algún cuartito para alquilar?” “¿Y un gomón?¿porqué mejor no sube al hipopótamo a un gomón?”
— ¿Y cual es el problema? — dijo Sem, tan pragmático como siempre
— ¿Cómo? — dijo Naama
— ¿Cómo? — dijo Cam
— ¿Cómo? — dijo Jafet
— ¿Cómo? — dijo el padre
— Desháganse de algunos bichos…
Si bien a Naama no se le pasó por alto que el “desháganse” era una clara referencia al “háganlo ustedes, que yo miro” tan clásico en Sem, inmediatamente vió la ventaja de la propuesta. Y decidió defenderla, como una manera de salvar algo del inminente escarnio al que la someterían las chusmas del barrio.
— ¡Jamás! — dijo el padre
— Callate, viejo — dijo Cam
— Podría ser … — dijo Jafet
Esa misma noche, a la luz de una débil vela de sebo, mientras Sem bailaba afuera, al compás de una música machacona que hacía con sus crótalos; la familia confeccionaba la lista, ante la temible mirada de Naama.
— ¿Triceratops? – preguntó el padre
— No. Dijimos que ningún bicho de más de doscientos cincuenta talentos de peso — dijo Jafet
— ¿Y el elefante, entonces?
— Ese safa justito…
— ¿Sirenas?— preguntó nuevamente
— Claro— dijo Naama— El señor quiere mirarle las tetas…
— Es un bicho de agua— dijo Cam — que se arreglen solas
— ¿Unicornios?¿Centauros?¿Pegasos?
— Ya pusimos caballos, y son parecidos
— ¿Yetis?
— Se van a morir de calor
— ¿Ñandúes?
— ¿Y esos?
— Más o menos como el avestruz
— ¿Y cuál es cuál?
— No sé …
— Dejalos a los dos
— ¿Dragones?
— Nos van a quemar el barco
— ¿Esfinges?
— ¿Para qué queremos leones con alas?
— ¿Mamuts?
— No entran los cuernos. Y además ya lo tenemos al elefante
— ¿Megaterio?
— Ya está el otro perezoso que es más chico…
Y así continuaron toda la noche.
Un mes después, empezó a subir el agua y el arca se alejó. En cubierta, sin mirar atrás, Noé sonreía. Yahveh Elohim se regocijó con él.
Los animales que quedaron en el islote que fueron las tierras de la familia, miraban sin entender. Algunos lloraron.

sábado, 25 de julio de 2009

Cifrado

¿Alguien sabe qué significa este mensaje? Yo no lo entiendo. Lleva varios días repitiéndose en el viejo receptor morse:
P-O-R-E-L-A-M-O-R-D-E-D-I-O-S-S-A-L-G-A-N-Y-A-M-I-S-M-O-D-E-A-L-L-I

Troyano en el caballo de Troya

Dos horas, siete minutos, veintitrés segundos cuarenta y dos centésimas después de haber empezado mi viaje en el tiempo, salí del sueño cuántico colgado de un brazo y una pierna en la compuerta de madera del dichoso caballo, al oscuro (sólo unos tenues reflejos de la luna llena) y dentro de los muros de la casi feliz ciudadela troyana.
-¡Carajo! - dije.
-¡Papadópulosizquierdópulosaantecabeconsegúnsinsosobretrás!- profirió un negro grandote, con yelmo, escudo y espada, sudado, con un terrible olor a bolas, y vestido con una minifaldita ridícula.
- ¡Pará hermano, que me caigo! - le dije.
Era evidente: quería bajar para empezar con el saqueo, y yo me le vine a aparecer justo antes que sacaran la escalerita de sogas.
- Vos debés ser Odiseo ... - alcancé a mencionar, con un hilo de voz.
-¡Geografíapandemiaarchipiélagoclorofila! - dijo, mientras me descargaba un mandoblazo, que alcancé a esquivar apenas.
A esa altura de los acontecimientos, con tamaño despelote, ya se habían avivado los troyanos.
Cuando logré apretar el botoncito para regresar al presente, apenas quedaba un griego, tratando de escalar las murallas de Troya, para escapar a la furia de París y los suyos.
Otra vez en mi laboratorio, me fijé en mi biblioteca. No encuentro la Ilíada. Pero me apareció un libro nuevo de Homero, la Troyánida. En la introducción, dice que el autor era sordo. Hubiera jurado que era ciego.

sábado, 18 de julio de 2009

1er Premio IV Certamen de Cuento Breve y Poesía COSME SEBASTIAN RENIERO

Mi cuento breve "El Aprendiz"fue galardonado con el 1er Premio en el género "Cuento" del IV Certamen de Cuento Breve y Poesía COSME SEBASTIAN RENIERO, organizado por la Municipalidad de Avellaneda (Santa Fé, Rep. Argentina) a través de la Secretaría de Gobierno y su Área de Gobierno, junto al Centro de Escritores de Avellaneda.
¿Qué tal?
Si tienen ganas, pueden leerlo en

Mártir

El 28 de diciembre del 300, siendo Dioclesiano emperador; después de sufrir en el potro por su constancia en la fe, y mientras lo descarnaban con garfios; dijo Rogaciano:
— Bueno, muchachos, como joda ya está bien

Estimulación casera

-¡Dale nomás! - decía la madre -¡seguí con la guitarrita tocando idioteces!
-¡Andá a trabajar, atorrante!- decía el padre -¿o creés que te voy a mantener toda la vida?
-¡Soy un artista! - decía el hijo -¡las musas han venido a mi lado y me dictan mi obra magna!
-Pásenme la sal- decía el abuelo.
-¡Generaciones venideras alabarán mi genio!- decía el hijo
-¿Generaciones venideras?- decía el padre -¡Lo unico que veo venir es que mañana venís a la obra conmigo, a revolear ladrillos!
-¡Blasfemo!- decía el hijo
-¡La puta que te parió! - decía el padre
-¿Y yo qué tengo que ver?- decía la madre
-¿Me pasan la sal?- decía el abuelo
-¡Soy un artista!- decía el hijo -¡debo acatar el llamado de Euterpe!
-¿Quién carajo es esa?- decía el padre
-La musa de la música...- decía la madre
-¡La sal, porca miseria! - decía el abuelo
-¡Vas a acatar el llamado de la musa del pastón de cemento! - decía el padre.
-Ella me inspira, me estimula...- decía el hijo
-¡A vos te va a estimular un patadón en el culo! - decía el padre
-¡La sal!¡la sal!¡la sal!¡la sal! - decía el abuelo
-Pero nene...tenés que trabajar.¿porqué no dejás la guitarra para los fines
de semana?- decía la madre.
-Para la creación no hay tiempo ni momentos- decía el hijo
-¡Para la joda, querés decir!¡para trabajar sí hay tiempos!¡mañana a las seis te quiero conmigo, cagándote bien cagado de frio!- decía el padre
-¡Cuando me recuerde la historia, dirá, también, que mi padre era un tirano!- decía el hijo
-¡Y mi hijo un pelotudo!- decía el padre
-¿Me pasan la sal?- decía el abuelo-Pero viejo...- decía la madre
-¡Viejo, las pelotas!- decía el padre
-Te va a subir la presión ...- decía la madre
-¡Ahora lo defendés!- decía el padre-¡A este sinvergüenza, defendés!
-Ustedes no me comprenden.. - decía el hijo.
-Madonna santa... Las milanesas no tienen sal- decía el abuelo.
-¡Terminela con la sal! - decía el padre
-¡No te metás con papá! - decía la madre
-¡Viejo de mierda, es más zángano que tu hijo! - decía el padre.
-¿A quién le decís viejo de mierda?¡que si no fuera por él, que nos ayudó con la casa, hoy me tendrías viviendo en una villa miseria! - decía la madre.
-¡Dejate de joder...!- decía el padre
-¿Quién está jodiendo?¿O el señor se cree que con la porquería de sueldo que trae, alcanza?- decía la madre
-¡¿Porquería de sueldo?!¿Y vos que mierda aportás?¡Y arriba hay que mantener a tu viejo!- decía el padre
-Me voy a tocar la guitarra a mi pieza...- decía el hijo
-¿Me van a pasar o no la sal? - decía el abuelo

sábado, 11 de julio de 2009

Tres cerditos

— ¿Y nosotros qué hicimos?— dijo el mayor
— ¿Se fijaron en las gallinas? — dijo el mediano
— ¡O las vacas! — dijo el menor
El dueño del chiquero, cara de lobo, decidió sacrificarlos. Por temor a la gripe

Crisis de identidad

Con el cambio de hojas de la primavera perdí los ojos y me aparecieron branquias. Cuando llegó el verano, mis doce brazos mudaron en tentáculos. A principios del otoño aparecieron las primeras escamas, en reemplazo de las plumas. En el invierno mi trompa se transformó en una boca cavernosa y tétrica. A la siguiente primavera los cambios continuaron. Dejé la crisálida. Tuve frio por primera vez. Luego, me aparecieron pedipalpos, que trocaron en dientes filosísimos; y antenas, que después fueron aletas, y también membranas, y párpados verticales, y dentículos, y opérculos, babillas, cuernos, cercos terminales y quelíceros; mientras las estaciones siguieron pasando.
El líquido que rezumo después de atravesar mis tres estómagos, y que regurgito para alimentarme, ni siquiera es sabroso.
Yo era un empleado administrativo, oscuro, pero sin problemas. Perdí mi trabajo, mi mujer, mi familia y mis amigos. Y ahora ¿qué soy?
Deseo morir. Con mi suerte, solo falta que no exista asteroide que se estrelle contra el planeta, y deba seguir así, mutando, estación tras estación, quién sabe hasta cuando.

domingo, 5 de julio de 2009

Mi casa nueva

Lindo el ranchito. Viga central del ojo propio, techo de paja de ojos ajenos.

El complot original

—Algo se trae entre manos— dijo el Director General de la Agencia
—Es un elemento díscolo— sentenció el Jefe Operativo —Lo tengo bien vigilado.
—Deberá usted redoblar los esfuerzos por controlarlo. Quién sabe en qué problemas puede meternos. Ponga a trabajar bajo el mando de él a un agente que nos sea fiel, antes que la situación se nos haga inmanejable.
—Sí señor. Tengo al hombre indicado.
Así se hizo. Días después, Astaroth, el infiltrado, informó a sus superiores cómo el agente fuera de control, sumido en la negrura infinita, había pronunciado Las Palabras:
—¡Hágase la luz!
Siete días después, la Agencia desaparecía. El Nuevo Régimen gobierna desde entonces.

domingo, 28 de junio de 2009

Costumbres raras

1er Premio Segunda Convocatoria de Microcuentos EL DINOSAURIO

— ¡Ahí viene otra vez!¡escóndanse! — dijo el sapo más viejo
— ¡Te llena la jeta de saliva! — acotó un sapito
— ¡Repugnante! — sentenció el sapo educado
La princesa, etérea y radiante, iniciaba su ronda habitual de besos.

Ch'in Er Shi

3er Premio Segunda Convocatoria de Microcuentos EL DINOSAURIO

Er Shi Huang Di, el segundo emperador de China, buscó la isla de Zhifu interesado en la inmortalidad; tal como lo hiciera su padre, el legendario Ch’in Shi Huang Di.
Demostrando una vez más, que al destino lo hace la suerte; a pesar de ser notablemente menos capaz que Ch’in, Er sí encontró la vida eterna. Pero no supo qué hacer con ella. Hoy atiende un puesto de comida china en Retiro. Los parroquianos se sonríen y le palmean condescendientemente la espalda cuando cuenta cómo escapó de la rebelión de Liu Bang, en el doscientos siete antes de Cristo.

sábado, 20 de junio de 2009

Por favor, mamita

Me voy a portar bien, voy a ser un niño bueno. Yo la voy a cuidar. Mamita, por favor, no me entierre vivo sólo porque lo dice el chamán de la tribu.

Ella nos enseñó a descubrir mundos mágicos

Las clases con la señorita Tita eran pura poesía. Pensá que teníamos, no sé, seis años; o siete alguno que repetía; no más grandes que eso; y la mayoría con un julepe bárbaro porque apenas dejábamos nuestras casas para entrar a ese otro mundo, el de los niños de impecable blanco, como decía la directora. No había Jardín de Infantes ni aclimatación con nuestras viejas. No señor. Primeros días de marzo, olvidate de la infancia, chau mamá, y adentro, a clases.
Pero con ella ¡que delicia! Tenía el don hacerte sentir en el patio de tu casa, jugando con tus amigos.
Cierta vez nos pidió que llevásemos plastilinas de colores. Ese día la Señorita Tita entró al aula, y nos dijo:
—Hoy vamos a fabricar pájaros.
Nos dio algunas indicaciones y, con las manitos sucias después del recreo largo, empezamos a moldear bolitas chiquitas y grandes que juntábamos, unas con otras, remedando algo lejanamente parecido a un ave. Y entonces, cómo decirte, se hizo el milagro. Ella empezó a pasearse entre los bancos, diciendo:
—Qué bien, María
—Te felicito, Rubén
—Muy lindo, Mario
mientras acariciaba nuestras cabecitas.
Y después de esa caricia, en nuestras manos, esas estatuitas deformes de plastilina se transformaron lentamente en aquello que cada uno de nosotros había imaginado. Y empezaron a volar.
Aparecieron hermosos gorriones, fantásticas golondrinas, y loritos barranqueros, y benteveos, chingolitos, calandrias, cardenales, canarios, tordos. Algunos más estudiosos, que habían visto dibujos y fotos en algún manual, se le animaron a los flamencos –por aquel entonces yo no sabía que se llamaban así- y a las cigüeñas, y a un pelícano, gaviotas, garzas, petreles. Y dos o tres que tenían una imaginación fabulosa, amasaron unos pájaros extrañísimos que —la memoria, vos sabés, te juega malas pasadas— recuerdo como parecidos a quetzales, guacamayos y aves del paraíso.
Casi al mismo tiempo, las paredes del aula se desvanecieron y nos encontramos sentados en un prado, al pie de la sierra; bajo un cielo luminoso y cristalino; y con nuestros pájaros volando y piando, graznando, trinando, silbando o como se llame al canto de cada especie.
Y nosotros, embelesados, reíamos y gritábamos mientras saltábamos y corríamos de acá para allá, siguiendo sus vuelos con nuestras caritas llenas de vida, en medio de un festival de colores y plumas.
Y la Miriam que gritaba porque el cóndor que había fabricado el Cholito le hacía vuelos rasantes; porque todos sabían que el Cholito gustaba de la Miriam, como se decía entonces.
Y la gorda Alicia se quedaba quietita, con ojos de pánico, porque le tenía miedo a las palomas que le pedían esas semillitas de girasol, que ella llevaba siempre en un bolsillo; sí, las mismas que ahora se llaman pipas.
Y el José carreteaba intentando despegar mientras agitaba sus bracitos imitando el vuelo de un albatros que había inventado.
Y la Estela daba manotazos para agarrar su picaflor. Y la Susi sacaba miguitas de pan de adentro de su cartuchera para tirárselas a un hornerito que la miraba desconfiado. Y el Juancho, cómo no, buscaba piedritas; que por suerte no encontró, para poder usar con su gomera; desesperado ante tanto pájaro suelto y él sin municiones.
Yo miré a la señorita Tita: estaba radiante. Y te juro que ví al sol reflejado en una lágrima, que se me antoja de amor, sobre su mejilla.
Claro que el alboroto que hicimos debe haber sido grande, porque una milésima antes de que se abriera la puerta del aula, los pájaros se detuvieron en el aire. Volvieron las paredes, y el pizarrón, y los bancos, y el piso; se esfumó el cielo y apareció el techo de siempre, viejo y descascarado, con su lamparita solitaria colgando como un triste solcito casi apagado.
Recortada en el marco de la puerta, apareció la silueta de la directora. Adivinamos su gesto adusto de siempre; y se nos vino encima el consabido discurso: que la escuela es un templo del saber, que no se puede permitir tanto ruido, que ¡estos niños!, que el respeto por los demás, que para hablar están los recreos, y dale, dale, dale.
Mientras nos retaba, miré al piso: pedazos informes de plastilina estaban desparramados por todos lados, aplastados, como si hubiesen caído desde gran altura.
La señorita Tita, ajena al discurso y a sabiendas de su semilla plantada, sonreía.