—Es el numero tres, señor detective. Ese es el que estaba en la cama de mi abuelita, y que intentó comerme cuando le dije: “¡Qué orejas tan grandes tienes!”
—Bien, Caperucita, le has hecho un muy buen servicio a la comunidad.
En la fila de sospechosos, el número tres, el Topo Gigio, lloraba.
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