Cuando éramos chicos
con un tibio olorcito a nuestras cosas,
formábamos una hermética pareja
en la diaria pelea del amor:
contra los viejos y el mundo.
Era ellos o nosotros. Vos y yo.
Y un millón de tequieros nunca dichos,
pero que estaban ahí.
Hoy miro aquel paisaje, y lo extraño.
Creo que me falto
coraje/tiempo/ganas/huevos
(vos tachá lo que no corresponda)
para conservar esos espacios, esos amores.
No he sabido cuidarte, ni jugar con vos después de mis diez años.
Tus vivencias y las mías, tan distintas,
nos dieron iguales resultados: nos queremos.
Pero hay detalles que marcan diferencias:
A vos te han puesto piedras,
terribles cascotes, ladrillos que duelen.
Hay que ser buena hembra y tener los ovarios bien puestos
para mantenerte entera y con ganas
después de pasar por tanto infierno.
Hay que ser bien hembra. Más y mejor que las mejores,
para seguir peleando, hermanita,
para seguir, seguir, seguir
queriendo.
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