sábado, 6 de noviembre de 2010

La maldad de las cosas inanimadas I

—¡Qué contratiempo!―estalló el motorman —¡Voy a tener que parar una semana para arreglar estos putos frenos! ¿Quién me paga los días que no trabaje?
Lo dijo fastidioso, sin mirar el tendal de cuerpos muertos, mutilados, cortados al medio que dejó la locomotora a su paso, hasta que se detuvo.

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